Pedolifia
PEDOFILIA
¿Que es la pedofilia?
La pedofilia es la atracción sexual de la persona adulta hacia niños de su mismo o distinto sexo.
Los términos paidofilia y pedofilia se usan en las ciencias de la salud para referirse a la parafilia (se clasifica como un trastorno psiquiátrico) que consiste en la excitación o el placer sexual que obtiene una persona adulta al llevar a cabo relaciones sexuales con niños(as) menores, generalmente de entre 6 y 11 años, aunque los bebés de meses también se han visto expuestos.
La pedofilia es rasgo multifactorial en la personalidad de quien la padece, y se compone de aspectos mentales, de educación sexual y de violencia. La pedofilia puede ser causada por motivos circunstanciales o muy arraigada en el sujeto.
Las conductas pedófilas son muy heterogéneas, desde casos muy inofensivos, hasta aquellos que alcanzarían niveles criminales. Se puede decir que la pedofilia es una condición de salud mental mientras no exista abuso físico de un menor. A la actividad sexual de una persona adulta con una con una persona menor de 12 años se conoce como pederastia.
La pedofilia es mucho más frecuente verse en hombres que en mujeres.
Los pedófilos pueden sentirse atraídos por niños, niñas o ambos sexos. No está claro si las niñas son más propensas a ser víctimas de abuso sexual en general.
¿Qué síntomas o comportamientos presentan?
- Las personas experimentan fantasías, impulsos o comportamientos sexualmente excitantes recurrentes e intensos relacionados con niños.
- La persona se siente afligida o es menos capaz de funcionar bien.
- Tienen demasiado interés en los niños de una manera no correcta.
- Sienten atracción por bebés.
- Tienen estos estos comportamientos por más de 6 meses.
- Ya han estado en contacto con niños de una manera inusual.
Tratamiento
- Psicoterapia
- Fármacos o sustancias
- La pedofilia se puede tratar con psicoterapia individual o grupal a largo plazo o con fármacos que reducen los niveles de testosterona pero los resultados pueden ser variables. Las posibilidades de éxito son mayores cuando la persona recibe tratamiento por voluntad propia.
En cuanto a la elección de niños como objeto sexual, se ha hecho una distinción entre pedófilos y hebéfilos, en función de la edad de los niños. Así el término pedófilo haría referencia a adultos que escogen como objeto sexual a niños/as de 12 años o menos y el de hebéfilo se utilizaría para designar a adultos que van a escoger como objeto sexual a adolescentes de más de 12 años. En relación con la gama de actos sexuales que estas personas pueden cometer con los niños, se encuentran actividades que van desde el exhibicionismo o el voyeurismo a otras como caricias, frotar sus genitales contra el niño, masturbación en presencia de éstos, sexo oral y penetración anal o vaginal.
La mayoría de los pedófilos son varones. La atracción puede ser hacia niños pequeños, niñas pequeñas o ambos, pero los pedófilos prefieren niños del sexo opuesto en una relación. En la mayoría de los casos, el adulto conoce al niño y puede ser un miembro de la familia, un padrastro o una persona con alguna autoridad (p. ej., un maestro, un entrenador). Mirar o tocar parece más prevalente que el contacto genital. Los pedófilos exclusivos se sienten atraídos solo por niños; los tipos no exclusivos también pueden sentirse atraídos por los adultos; algunos se sienten atraídos solo por niños con quienes están relacionados (incesto).
Los pedófilos depredadores, muchos de los cuales tienen un trastorno de personalidad antisocial, pueden obligar y amenazar con hacer daño físicamente al niño o a las mascotas del niño si revela el abuso.
La evolución de la pedofilia es crónica y los autores de este crimen a menudo presentan abuso o dependencia de sustancias y depresión. Es frecuente la disfunción familiar permanente, antecedentes personales de abuso sexual y los conflictos conyugales. Otros trastornos comórbidos incluyen el trastorno por déficit de atención/hiperactividad, trastornos de ansiedad y el trastorno por estrés postraumático.
Factores de riesgo:
Violencia intrafamiliar, consumo de sustancias
psicoactivas, enfermedades mentales de los padres, presencia de un padrastro, pautas de
crianza inadecuadas, patrones inadecuados de comunicación, poca claridad en las
normas familiares, especialmente en lo referente a la educación sexual y auto cuidado,
roles invertidos entre padres, madres e hijos o hijas, ausencia de expresiones afectivas
como la ternura, el reconocimiento y valoración de la otra persona, sobrevaloración de la figura masculina en la familia, ausencia de los padres biológicos, vivir en
hacinamiento.
Factores sociales de riesgo:
Ausencia de criterios institucionales para una
selección adecuada de cuidadores, maestros y responsables de los niños y niñas, negligencia en la supervisión y cuidado dentro de los estamentos gubernamentales y
sociales para garantizar la protección y el cuidado de los menores de edad, fractura de
los valores sociales que garanticen la protección y el cuidado de los niños, niñas y
adolescentes, carencia de un modelo de educación sexual que propicie valores morales
para que los niños, niñas y adolescentes conceptúen y pongan en práctica el debido
respeto a su cuerpo e intimidad y a la defensa y protección de sus derechos.
Más que lo antes señalado, el modelo ecológico del abuso sexual infantil, presenta los siguientes factores de riesgo:
Discapacidad psíquica grave de uno o
ambos padres, consumo de alcohol o drogas de uno o ambos padres, historia de maltrato
previa en uno o ambos padres, falta de establecimiento del vínculo o deficientes
relaciones afectivas entre los padres y el niño, falta de red de apoyo psicosocial, aislamiento social de la familia, problemas de desarmonía y ruptura familiar, desempleo o pobreza, falta de reconocimiento de los derechos del niño como persona, aceptación
social de pautas como el castigo físico.
A partir de los factores de riesgo mencionados, es posible enumerar una serie de
características propias de los agresores sexuales infantiles, realizando las aclaraciones
correspondientes, ya que en el imaginario social se tienen mitos y creencias sobre el
perfil del abusador. En ese tenor, “los abusadores no padecen psicopatologías específicas que los distingan del resto de personas ni pertenecen a un nivel socio cultural
determinado, la distinción recae en el deseo sexual que sienten por los niños"
Algunas recomendaciones para empezar a educar en la prevención de abusos sexuales en la red son:
- Aprender a manejar y usar las nuevas tecnologías para saber en qué actividades se encuentran los menores y a qué peligros se enfrentan.
- Explicar a los niños los riesgos que supone Internet, haciendo hincapié en la importancia de no revelar datos personales a desconocidos y de no enviar fotos ni vídeos a desconocidos.
- Permitir que usen los dispositivos electrónicos en lugares de tránsito o visibles y evitar que chateen a puerta cerrada.
- Establecer normas de uso y horarios. A partir de las 22 horas se incrementa el número de usuarios y aumenta el riesgo.
- Instalar antivirus y programas de navegación segura en los aparatos electrónicos que usan los menores.
- Llevar un seguimiento sobre las páginas que visitan, con quién hablan y sobre qué temas (hablando con ellos y preguntando)
- En caso de instalar cámara web en el ordenador, restringir su uso con una clave de seguridad o tener tapado el visor.
- Si sospechas de que algún menor está siendo acosado lo mejor es hablar con él o ella, dándole confianza para contarle lo que está pasando.
- Contactar con la policía o con organizaciones de protección de niños, niñas y adolescentes si se necesita consejo o ayuda.
- Conversar con los menores acerca de la igualdad y sexualidad saludable y reforzar en ellos la idea de que pueden hablar sobre contenidos que le sean desagradables o les hayan incomodado.
- Utilizar una app control parental para conocer sus hábitos en la red, y detectar súbitos cambios de comportamiento. Son el mejor indicador de que ha ocurrido algo que debes saber y probablemente necesite tu ayuda y consejo.
¿Como actúan los pedófilos en internet?
Los Groomers o ciberacosadores se acercan a sus víctimas y crean lazos de amistad, empatía, solidaridad etc. con los menores haciéndose pasar por una identidad falsa o usurpada. A cambio lo que pretenden es conseguir imágenes, videos, contenido de carácter erótico o sexual, incluso poder llegar a mantener un encuentro con los menores.
El problema principal para detectarlos es la facilidad con la que se puede conseguir una identidad falsa en la red así como ocultar la real. Esto acarrea una gran dificultad para la policía a la hora de identificar a estos individuos y erradicar esta amenaza.
Los ciberacosadores utilizan diferentes técnicas de seducción para conseguir sus propios fines, llegando a pasar semanas o incluso meses hablando con el menor. En cuanto tienen suficiente confianza y crean un vínculo afectivo es cuando empiezan a pedir contenido personal, datos privados, fotografías etc. y ahí es cuando empieza la extorsión y el verdadero peligro.
Los menores se ven entre la espada y la pared, ya que muchas veces por temor a contarlo a un adulto, por miedo a ser castigados…dejan que el problema vaya en aumento, sin ayuda, acarreándoles graves secuelas psicológicas.
El temor o la vergüenza de que ese contenido sea publicado puede llevarles incluso al suicidio
Perfil del agresor y la víctima
El agresor
Por norma general, no tienden a presentar comportamientos extraños, siendo complicado obtener un perfil preciso. No obstante, existen algunas características significativas.
Muchos tienen un bajo nivel de autoestima, y se sienten más seguros con menores. Otro porcentaje elevado, ha sufrido abusos en su etapa previa a los 18 años. También hay un porcentaje que busca doblegar a los menores, posiblemente por haber sufrido el maltrato de otros durante la infancia en su círculo cercano.
El pederasta tiende siempre a minimizar la importancia de los daños causados a la víctima, sin mostrar remordimiento, defendiendo incluso que la relación no es dañina o es aceptada. No obstante, hay que saber que el agresor es siempre el responsable, no importa lo que el menor haga o diga.
Suelen ser hombres, en su mayoría adultos entre 30 y 50 años, que utilizan la confianza, la familiaridad y el engaño como estrategias para someter a la víctima. La mayoría de los abusadores son víctimas que los menores conocen. Aunque Internet ha aumentado el número de agresores desconocidos.
La víctima
El abuso supone una interferencia en el desarrollo del menor. Constituye una experiencia traumática que genera daños muy graves, tanto físicos, como psicológicos en la víctima.
Es además algo que ocurre con más frecuencia de la esperada. Se estima que alrededor de un 10- 25% de la población adulta ha sufrido en algún momento de su infancia algún tipo de abuso sexual (una de cada cuatro niñas y uno de cada ocho niños) y donde un tercio de éstas se producen entre los 8 – 12 años.
Los abusos a menores se dan en todas las clases sociales, ambientes culturales o razas, y en todos los ámbitos sociales. Es muy común que ocurran con una persona del entorno del menor (familiares o conocidos).
Los niños con mayor riesgo de ser objeto de abusos son aquellos que presentan una capacidad reducida para resistirse o para identificar lo que está ocurriendo, como puede ser el caso de niños que todavía no hablan o llevan implícita alguna discapacidad.
También aquellos que forman parte de familias desestructuradas, y los que son víctimas de malos tratos.
Cómo prevenir los abusos sexuales en internet
Es importante observar con atención a los menores para poder detectar cualquier cambio de actitud y así evitar o prevenir posibles abusos. La comunicación fluida con ellos es vital para establecer un vínculo de confianza en el que el menor pueda hablar libremente. No se trata de ser alarmista, sino de prevenir situaciones que pueden dejar enormes secuelas, aprendiendo a escuchar e interpretar los mensajes que transmiten los menores.
Destacar también la necesidad de enseñar a los menores a diferenciar lo que está bien de lo que no lo está. Pautas que ayuden a identificar por ejemplo, la diferencia entre un regalo y un soborno, a saber cuándo alguien se excede en el contacto físico o a no guardar secretos que le hagan sentir mal.
Además, existen diversos consejos que deben conocer los menores y que les pueden ayudar a evitar estas
- Rechazar los mensajes de tipo sexual o pornográfico.
- No publicar fotos suyas o de sus amigos/as en sitios públicos.
- Utilizar perfiles privados en las redes sociales.
- No subir fotografías a redes sociales con componente sexual. Deben pensar si están dispuestos a que esa fotografía la vea todo el mundo.
- No aceptar en ninguna red social a personas que no hayan visto físicamente o que no conozca bien.
- Respetar sus propios derechos y los de sus amigos/as.
- Mantener su equipo seguro conociendo programas que lo protejan de accesos no autorizados.
- Utilizar contraseñas realmente privadas y seguras.
- En caso de producirse una situación de acoso, guardar todas las pruebas y ponerlo en conocimiento de sus padres o denúncialo a la Policía lo antes posible.
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